Nelson Castro II

Castro llegó al bar de Ideas del Sur, me presenté, nos dimos la mano, le expliqué que el fotógrafo le quería hacer unas tomas antes de empezar, las hicieron, volvió, se sentó, se predispuso a recibir las preguntas, le dije “bueno, si le parece bien arrancamos, ¿le molesta que lo grabe?”, “no, cómo me va molestar. Adelante”, puse play rec y, mientras pronunciaba la frase “bueno, entonces pongo a grabar y arrancamos…”, el grabador se trabó unas 3 o 4 veces; se ponía en solito en stop. Vaya Dios a saber por qué, pensaba en ese momento mientras pronunciaba la frase, alargando las palabras para ganar tiempo. Hasta que al final la remate con un “… en cuanto a éste se le dé por funcionar; bah, mejor tomo nota, no será tan grave”. Estaba un poco enfurecido.

Ahí la posta la agarró Castro. Me pidió gentilmente el grabador (tiene manos de pianista; y de hecho lo es) y se puso a meter y sacar el cassette, de un lado primero, después del otro y así. Probó con play, con rec, con rewind, con fast forward, apoyándolo de uno y otro modo hasta que al final, como si fuese un experto, logró hacerlo andar y me dio un diagnóstico de cuál había sido el problema.

Castro: -No agarra bien, parece.
Yo: -Es para matarlo. Yo siempre voy a sostener que usar grabador es una porquería.
-Sí, puede ser. De todos modos, yo creo que es una tecnología increíble esta que hay ahora (señala el grabador). Y hay que saber aprovecharla. Facilita mucho el trabajo.
-Es cierto. Igual yo ya me estaba preparando para tomar notas y no me resultaba tan grave como parece.
-Por supuesto.

Lo de usar el grabador lo había decidido en mi casa absolutamente influenciado por la experiencia-accidente-discusión durante la entrevista con Caparrós.

Rodolfo Braceli (escritor, periodista, dramaturgo) dice que en un reportaje lo importante son los accidentes. Las cosas supuestamente malas e inesperadas que suceden y que uno piensa que van a arruinar todo. Dice que es en esos momentos cuando realmente sale a la luz el personaje al que se quiere indagar (es decir, el entrevistado). Y dice, además, que a partir de esos accidentes la química entre ambas partes se hace efectiva. El accidente quita un poco la máscara.

Eso se hizo realidad en el reportaje con Caparrós. La entrevista se puso muy buena después de la discusión-accidente. Con Castro no fue tan fructífero (tiene la cintura y la retórica de un legislador, aunque seguramente muchas menos cosas para ocultar). Y me pregunto cuánto habrá tenido que ver la presencia del grabador sobre la mesa.

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