Y de golpe me pregunté si el
Loco de Belgrano no habrá pisado la misma baldoza floja que pisé yo, recién, en Cabildo entre José Hernández y La Pampa, a veinte metros de ésta última. Y si no se le habrán mojado las zapatillas y la botamanga izquierda, igual que a mí, y si no habrá tenido esa misma sensación repentina que tuve yo, de querer eliminar a todo lo que se movía alrededor.
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