Debate

Ayer viví dos historias re locas.

Una no la puedo contar pero la otra es: me desperté y me fui a comprar cuatro facturas. Acá eso sale cuatro pesos. Y yo me compré una bola de fraile con dulce de leche, dos vigilantes con crema pastelera y una medialuna con dulce de leche.

En la panadería aproveché para practicar un ejercicio que consiste en mirar fijo a los ojos, todo el tiempo, a tus interlocutores, en este caso fue la empleada de la panadería, y sacarles charla trivial. Cuando termina la interacción, no importa lo que hayas hablado; sólo tenés que tener bien claro cuál es el color de ojos de la otra persona.

Después de eso mi vieja se despertó y se fue a hacer un análisis de sangre al edificio de la obra social, que es Medicus. Lo loco fue que le dieron un vale para que se tome un desayuno completo en un barcito de acá a la vuelta y, como ella no puede porque está a dieta, me llamó a mí y me invitó a que me lo mande yo. Así que desayuné dos veces: media docena de facturas y un café con leche en total.

Mi hermano también vivió dos historias re locas. Me las contó ayer por teléfono. Una no la puedo contar, pero la otra es: venía en el auto y de golpe se cruzó con tres palomas que venían volando en fila. Las dos primeras aceleraron y pasaron finito, pero la tercera, capaz distraída por cuestiones de la cotidianeidad, dudó y quiso cambiar de rumbo. Pum. De frente con la parrilla del auto. Mi hermano dice que sonó a bomba de plumas. Mini estruendo y miles de plumas volando frente al parabrisas. Masa encefálica de paloma sobre la pintura del capó.

Estas cosas las escribo y las comento porque vengo haciendo un esfuerzo enorme por no opinar sobre el reciente debate de la inseguridad. Sé que me voy a poner violento y no me gusta verme así.

Hoy me desperté y fui a comprar facturas otra vez. Esta vez sólo compré tres: una bola de fraile con dulce de leche y dos vigilantes con crema pastelera. Durante toda la transacción la empleada de la panadería, una chica no demasiado linda, y de ojos celestes, me miró fijamente a los ojos.

Casi amenazante.