Un cadáver en mi mochila (morral) azul

Se me pudrió un pedazo de pollo adentro de un tupper, adentro de mi mochila.

Era el resto de mi almuerzo del viernes.

Lo dejé demasiadas horas, porque fui al gimnasio, después del laburo, y a un par de lados más, y no pasé nunca por una heladera, y llegué a mi casa demasiado tarde, y para cuando la abrí, de madrugada, ya no había nada que hacer.

Ahora tengo olor a mierda en la mochila. Lo llevo a todas partes, por supuesto.

Cada vez que la abrí, hoy, en el subte, o en el laburo, la gente tuvo la idea de que traía la mano de un cadáver ahí adentro.

Sospechan. Supongo.

Y corren la cara como para atrás.

Voy a ponerla a ventilar un ratito más y ya veremos.

Una de las mayores frustraciones de mi laburo actual, y en realidad diría que es la única, porque en sí es la felicidad hecha laburo, es que trabajo con partituras.

Piano. Violín. Violoncello.

Los libros que vendo me resultan imposibles de entender. No puedo leerlos.

Toda esa expresión, esa mensajería permanente, ahí, y yo no puedo hacer nada.

Soy un analfabeto. Vendiendo libros.

En un ratito me voy a ver mochilas a la Recamier.