Ahora estoy leyendo Al sur de la frontera, al oeste del sol, de Haruki Murakami.
Tengo épocas. Claramente. Primero me quedé sin PC y me leí diez mil libros. Aunque ya ni recuerdo cuáles. Pero leí sin parar; un libro atrás del otro. Llegué a leer como 8 en una semana. Sin exagerar.
Y los disfruté a todos.
Después recuperé la PC y empecé a escribir mucho, tanto posts como intentos de relatos.
Y de a poco fui leyendo cada vez menos.
Aunque siempre estuve con algún libro, e incluso los terminaba, un poco me colgué. Y a la vez, como si una actividad necesitara del abandono de la otra, fui escribiendo más y más.
Y ahora dejé de escribir y empecé a leer a full.
A El guardián entre el centeno me lo morfé a los pedos.
Al final el personaje se pone recontra depresivo, lo cual me alejó un poco de él, pero igual la suya me siguió pareciendo una visión súper fresca del mundo, que deja en ridículo a la de la gente común.
Y me siguió pareciendo un discurso adictivo.
Con este de Murakami también estoy encantado. Lo cual no me sorprende porque ya me había pasado con Tokio blues.
Es súper cursi por momentos, Murakami. Y me llama la atención, porque el personaje de Salinger detestaba la cursilería.
Lo decía bastante seguido, de hecho. Y sin embargo yo me adapté a ambos.
Hay un párrafo de Al sur de la frontera, al oeste del sol que me encantó. Lo leí ayer en el subte y lo estuve analizando durante todo el resto del día en el laburo.
Es la re cursilería, pero igual me lo creí.
Dice –y transcribo mientras escucho en youtube unos temazos de Depart-:
“Quizá pueda compararse al aroma de un perfume. Tal vez ni el mismo maestro pefumista que lo ha creado pueda explicar por qué un aroma en concreto posee determinada fuerza y produce un efecto. Es difícil de analizar científicamente. Sin embargo, explicaciones aparte, algunas mezclas de aromas pueden atraer al sexo opuesto como el olor de los animales en celo. Tal vez haya un aroma que atraiga a cincuenta personas entre cien. Y quiza exista otro distinto que atraiga a las otras cincuenta. Sin embargo, también hay uno que hechiza sólo a una o dos personas en este mundo. Es un aroma especial y yo era capaz de percibirlo claramente. Sabía que era letal. Podía distinguirlo a la perfección desde muy lejos. En esas ocasiones, yo quería acercarme a las mujeres que lo exhalaban y decirles: ‘Lo he notado, ¿sabes? Quizá los demás no, pero yo sí”.
Todo un día pensando en eso.
A veces me sorprendo.
Desde hace una semana que tengo un dolor de cuello horrible.
Y ayer tuve una pelea bastante dura con la patronal, que además de ponerse la gorra con la compra de libros con descuento, ahora decidió achicar el descanso de media hora a quince minutos.
Hoy es un buen día para estar de franco.
Voy a seguir leyendo y más tarde veremos qué sale.
Ya lo dice Tom Hanks en esa en la que hace de náufrago.
Eso de no sé qué y la marea y qué sé yo cuanto más.
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