La vida es comedia

Voy a escribir autoayuda.

Me encantaría hacerlo algún día y ojalá tenga la oportunidad. Creo que lo único que me falta es fraguarme un título universitario, con algún master trucho en un país que suene bien lindo.

Un doctorado en Escocia, en Filosofía Humana, ponele. O Pensamiento y Problemática Cotidiana, en la India.

El resto ya lo tengo. Me la paso meditando en las soluciones a los problemas de la vida personal. No pienso en otra cosa y por eso es que no sé nada sobre ciencia o técnica o cine o arte o literatura. Todo el tiempo estoy armando recetas sobre la vida y por lo general, más allá de que funcionen o no, suenan súper convincentes.

Además, si bien durante toda mi vida fui perfil bajo, y si bien durante el año pasado llegué a no encontrarle sentido a nada, y a ver problemas en todas partes, durante el 2008, desde su mismísimo primer día, la cosa cambió y ahora todo me cae de diez.

Pero todo, absolutamente todo, de verdad. Caminar por la calle una noche de frío. Viajar en el subte con dolor en los ojos. Comer en Burguer King, solo, un domingo a la noche. Que de golpe corten Yo me estoy enamorando, de Antonio Ríos, en pleno estribillo, para poner un reggaetón o un lento.

La vida es una felicidad plena. Y a veces, hasta las noticias más tremendas me hacen reir a carcajadas. Solo muy de vez en cuando algo me afecta de verdad para mal. Y por lo general son boludeces que no dan ni un poco y entonces se me pasa.

Descubrí un nuevo modo de vivir y pretendo contagiárselo a todo el mundo con mis libros. Las cosas más feas son una pelotudez si lográs entender lo groso que es estar vivo, hoy, acá, en el 2008, con el mundo hecho una sátira.

Aprendí hace unos meses nomás, que la vida es comedia.

Y eso ayuda de maneras inimaginables.

El martes estaba ensayando y de golpe, después de mucho tiempo sin cometer semejante error, y sin darme cuenta, se me ocurrió dejar de lado todo lo que aprendí de técnica y aflojarle al grip de la mano izquierda. El palillo se empezó a soltar y me martillé tanto el dedo meñique, tan repetidamente, y sin siquiera notarlo, que tras unos minutos me terminó quedando del tamaño del anular.

Pero en mi vida todo es positivo y gracioso. Me tomé un ibuprofeno y me puse a reir. Y jugué un partido al 10 mil y lo gané ampliamente. Como me suele suceder cada vez que juego a algo.

Y es increíble que estando tan violeta y tan gordo, el putito dedo no me haya dolido en lo más mínimo. Ni siquiera al otro día, cuando aun seguía del mismo color y yo me había enfriado.

Tengo la receta para que los problemas desaparezcan. Y creo firmemente en ello.

Así que no estaría mintiéndole a nadie dando los típicos consejos vacíos de la autoayuda.

Al menos como ghostwritter.

Acepto ser mal pagado; el resto de mis laburos siempre se trató de eso.

Pero tengo que hacerlo.

Avisen, cualquier cosa. Y mando un cv.

No hay comentarios.: