Aprendí algo muy valioso en estos días. Y lo aprendí en primera persona.
Me tomó varias horas de reflexión, a decir verdad. Empecé a trabajarlo y lucubrarlo el domingo, más o menos, y lo fui observando en mí y en los que me rodeaban. Y lo fui estudiando y analizando y experimentando, hasta que hoy finalmente me atreví a llegar a una conclusión definitiva.
Es bastante importante el asunto. Lo voy a compartir con todo el mundo. Y recomiendo tomar nota porque lleva consigo el hándicap de la certeza revelada:
bajo ningún punto de vista, jamás, te metas con un comerciante durante la semana del día del padre.
Te va a pasar por encima como un toro caliente y embravecido.
En el futuro investigaré si esto vale también para la semana previa de cualquier festividad en la que la gente se larga de a montones a comprar cosas y a hacer preguntas estúpidas.
La frase del mes: “Ah, ok, gracias por buscármelo; ahora ya sé que ustedes lo tienen”.
Es genial.
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