Después, en esta semana tan vacía y embolante a causa de mi falta de rayos catódicos estupidizantes, me acordé del recital de Los Tipitos en Rosario; el día que los descubrí, hace miles de años.
Los empecé a bancar desde aquella mismísima noche. Y en todo este tiempo me aguanté gastadas de los que no los junaban. ¿Cómo te puede gustar una banda con ese nombre? Y ahora me piden mp3 para poder escuchar (¡y me hacen padrino de sus hijos en agradecimiento!).
Esa noche, en una salita de mala muerte, la Caras y Caretas, éramos, como mucho, cien personas.
Ellos arrancaron con El rock de los patitos y ahí nomás nos metieron en el bolsillo. Después siguieron con temas que hoy me sé de memoria, como 20 centavos, El poli, El abominable hombre de las nieves o El ojo en la montaña.
Y terminaron con un set de música disco, con coreografía incluida.
Nosotros les gritamos lo mismo que le habíamos gritado a Dividido un par de meses antes:
“Escucheló/ escucheló/ escucheló/ la aplanadora del rock n roll/ son Los Tipitos la puta que lo parió”.
¡Qué show! ¡Qué banda!
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