Hace un par de posts improvisé una reseña sobre el recital de Gabo-Flopa-Minimal en una placita de Palermo y dije que no podía explicar a Gabo.
Pero al mismo tiempo que lo decía, lo terminaba explicando.
Y al final un blogger rockero y orgullosamente correntino, que es fana de Gabo, y que no tengo ni la menor idea de cómo cayó en Desordenar, citó ese fragmento y linkeó el post.
Ahora (se suponía que iba a pasar desapercibido en un post inleíble de tan largo que era) me da un poco de vergüenza haber dicho que la Rolling lo eligió a Gabo como Mejor Cantante Solista del 2005, cuando en realidad lo eligió Mejor Cantante Masculino del 2005 (y además eligió a su disco debut, “Canciones que un hombre no debería cantar”, como el cuarto mejor del año en el rubro nacional).
Y también me da un poco de vergüenza no haber aclarado que una de las claves de la inusual potencia de Gabo es la forma en que maltrata, rasguña, golpea y rasguea su guitarra electro-acústica. Como un salvaje.
Y mucha más vergüenza me da admitir que me autogoogleé.
Y sin embargo acá estoy.
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