En la sobremesa del último año nuevo, en la casa de una familia amiga de la de mi novia, se armó una chistosa charla acerca de los nombres raros que la gente le pone últimamente a sus hijos, desde que cambió la legislación y se permite usar nombres, palabras y apodos de otros idiomas.
Todo venía porque varios habíamos leído una nota que publicó La Nación en noviembre de 2005 acerca del tema.
Según el artículo, algunos nombres nuevos son Man, Rock, River, Nemo (finding…), Boeing, Jagger y Alladino. También decía que se usan referencias a ciudades o a nombres de otras culturas, como Venecia, Milán, París, Xiomara, Iorana.
Otros eran mucho más crueles, como Efluvio de Amor, Edén del Paraíso o Prometido del Cielo. Otros evidenciaban cierta ignorancia o un odio verdadero e irreconciliable para con los herederos, como Santos Inoc (un pobre infeliz que nació el 28 de diciembre y se comió la primer joda de su vida) y Fiesta Cívica (un chico de Misiones que nació el 25 de mayo; su apellido era Rodríguez: Fiesta Cívica Rodríguez; puedo imaginar la secundaria de ese chico).
Fue realmente divertida la sobremesa. Porque nos íbamos acordando y seguían surgiendo.
Y es todo un tema el de los nombres, sobre todo por las consecuencias funestas que traen cuando el que los porta entra en el colegio (aunque ahora gracias a internet estos ya son tema de risa en sobremesas de cientos y miles de kilómetros de distancia). Y todos tienen algún caso cercano. En la mesa alguien dijo conocer a un tal Máximo Pitito. Mi novia conocía a una mujer llamada Bienvenida. Yo tengo a mi sobrina, Nisa, que si bien no es feo, es raro y sé que mi hermano tuvo que escribir una nota para que sea autorizado (se lo pusieron por una princesa de un cuento).
La misma nota aclara que en Estados Unidos se puede usar cualquier palabra. Ya hay chicos que se llaman Google o Yahoo.
Y ahora me crucé (vía Wimbledon) con otra igual de divertida. La nota es de la BBC y cuenta que en Malasia publicaron una lista de nombres que los malasios no van a poder utilizar de ahora en adelante.
Parece que por allí se acostumbra (por tradición) a usar nombres realmente horribles, para espantar a los malos espíritus, lo cual lleva a que miles de jóvenes vayan al registro civil para cambiárselo una vez que son mayores.
Algunos de los nombres que ya no se pueden usar son: Jorobado, Coito, Cabeza Apestosa, Perro Apestoso y Hitler. Entrando al link se puede responder a la encuesta: ¿Le pondrías Perro Apestoso a tu hijo? Yo voté depende.
Como sea, a la sobremesa le hubiese hecho muy bien el tener esta última info.