Así que mañana leo (venga alguien al menos, che)
Y así que mañana leo (en voz alta). Y con Romero, fijate vos.
El domingo a la noche me puse a leer (en voz baja) su primera novela: Ninguna parte. Y me viene gustando mucho, al punto de cierta moderada adicción.
¡Y eso que la tuve un año ahí tirada sin darle pelota! ¡Sólo porque la compré en un pésimo día y porque su primer capítulo es un poco tedioso!
Creo que ya hasta la odiaba.
Lo que son las cosas, che. Uno nunca se termina de acostumbrar.
Leer la primera y única vez que leí en Los Mudos fue ni más ni menos que una experiencia trascendental.
Cuando tocás en vivo con una banda, por lo general lo hacés frente a un público de unos cien amigos.
Me acuerdo de la vez que toqué en un bar relativamente conocido de Belgrano, que ahora está sobre Cabildo, cerca de Federico Lacroze: había noventa personas en el público; todos amigos nuestros. Y aun así fue lo suficientemente trascendental como para acordarme incluso de los detalles más mínimos de esa noche.
Cuando leí en Los Mudos había ochenta personas y yo no conocía a casi ninguna.
Estuvo genial desde ese lado, aunque haya leído mal un cuento que ya era malísimo y que además había escrito hace mil años. Y es que como no soy escritor no debo preocuparme por eso.
Entonces ando por la vida como perro con dos colas: ¡mañana leo en Los Mudos!
Vayan.
Putos.
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