Vuelvan, putos

Uffff, tanto tiempo sin escribir.

Ya no me acuerdo bien cómo era. Y qué mierda es intentarlo en un ciber.

No me gusta; no me gusta para nada.

¡Y además ya no debe quedar nadie leyendo! ¡Hijos de puta! ¡Vuelvan! ¡Putos!

Y esta vez ni siquiera fue de colgado que abandoné la mala escritura. Esta vez fue por obligación porque se echó a perder la máquina.

Un miércoles de hace como veinte días Funes me mandó un mensaje de texto invitándome a leer a Los Mudos. Yo le dije: sí, de una. Y él me dijo: dale, escribite un cuento y mandalo que dentro de una semana leés.

Y yo me quedé sin dormir y escribí un cuento re zarpado sobre mi viejo, que ahora –recién ahora- me parece que era bastante malo. Pero en el momento, típico de cuando estás escribiendo a full, enajenado, y de madrugada, se me ocurría que era súper copado y recontra duro.

Realmente lo logré, pensé. Escribí al fin un cuento en serio. Política, relación padre hijo, fútbol, obsesiones, historia argentina, sexo, muerte, cáncer, odio. De todo tenía.

Pero igual era malísimo, creo, por lo poco que recuerdo.

En definitiva, todo culpa de López Murphy y sus malditas leyes, supongo. La computadora se cagó y mi obra consagratoria desapareció de la faz de la tierra.

Yo me fui a laburar a las 14 pensando que al fin iba a ser una estrella literaria. Era cuestión de tiempo nomás; lo importante ya estaba.

Y no. A las 22, cuando volví el cuento no existía. La computadora y su disco rígido tampoco.

Y ahora escribo desde un ciber.

Lo que sí recomiendo con absoluta vivacidad es esto de desconectarse y hacer desintoxicación.

Cada seis meses.

A mí cada más o menos seis meses se me caga la computadora. Y entonces zafo.

Y desde ya que no es cuestión de poder dedicarse a hacer cosas más importantes. ¡De ninguna manera! ¡En este mes sin máquina no hice nada más importante que lo que hacía cuando me la pasaba navegando blogs y escribiendo mierda!

Leí libros, especialmente aquellos que se ufanan de estar mal escritos, miré mucha tele, me emborraché, bailé punchi punchi hasta las siete de la mañana en Sunset, saltando como un desaforado y acordándome de golpe que a las diez del otro día –es decir, en tres horas- me tocaba entrar a laburar y vender libros. Empecé a tocar en una banda a la que llegué respondiendo un aviso clasificado.

Tum pa tum tum pa.

Filosofé mucha bosta y mantuve conversaciones que merecían ir de entrada a la papelera de reciclaje.

Nada útil, en definitiva. Pero de algún modo me siento desintoxicado.

Ahora pienso en llamar urgente al bolivianito que siempre me viene a arreglar la computadora.

Chicho, Cholo; no me acuerdo de cómo se llama…

Y si se hace lo de Los Mudos –que al final se suspendió- voy con textos del blog. Dos o tres, cortitos; los más narrativos y cumbiancheros que haya. Si es que Funes insiste en eso de invitarme.

Dice que capaz es el miércoles 7 de mayo. Espero no quemárselo.

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