Como a esa del

Logré definir mi gusto por el cine. Decidí que las mejores películas son aquellas a las que se puede mirar una y mil veces.

En ese sentido, armando un ranking, me atrevo a poner a Mi pobre angelito como la mejor película de la historia. La vi cerca de treinta veces, creo.

Después en alguna parte del ranking tienen que estar Legalmente rubia, Zoolander, Perdidos en Tokyo, todas las Rocky, unas cuantas de las cuales no sé el nombre ni sé qué pasa en las primeras escenas, porque siempre las agarro en el cable, como a esa del tipo que labura en una oficina y se rompe las pelotas del sistema y le empieza a chupar todo un huevo, y a la larga lo terminan ascendiendo porque es original, o algo así.

Las grandes películas, según este punto de vista del cual estoy muy orgulloso, siempre llegan al cable. Y a las mejores, las destinadas a ser recordadas, las pasan varias veces seguidas.

También son joyas del cine, según la decisión que acabo de tomar, que no tiene nada de chiste y sí mucho de sinceridad bestial (siempre algún intelectual cae por acá y es un papelón; lo sé), Escuela de rock, Casi famosos, Buenos Aires viceversa, El perro, Historias mínimas (el cine nacional lento me resulta totalmente adictivo), Rápido y furioso, Tienes un email, Un día inolvidable (la de George Clooney; ¿la tienen?) y muchas más.

Y como malísimas quedan esas que no resisten una segunda visita, algunas porque son realmente aburridas, otras porque están mal hechas o tienen un guión que parece una burla al intelecto, otras porque son demasiaaaaaado intensas y de excesiva y somnolienta calidad artística.

Por ejemplo: El gran pez, Las manos, Robocop, Terminator, Las mantenidas sin sueños (esa peli es una sátira de algo, ¿no?), El señor de los anillos (estás califican entre las peores del mundo, ya que no pude terminar de verlas siquiera una vez; me quedé dormido en la 1, así que ni lo intenté con la 2 o la 3), la que sea de Woody Allen (me hace reir y me encantaría poder verlo dos veces, pero no lo resisto, así que es malo) y Babe, el chanchito valiente.

Esas son las únicas que puedo pensar a esta hora.

Me reservo el derecho a cambiar de opinión, eso sí. Cualquier cosa, aviso. Pero, por ahora, es una declaración de principios.

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