Competencia desleal (igual el blog de Zanoni recibe 4000 visitas por día y el mío ninguna): la nota propiamente dicha

Me cuelgo de las tetas de Zanoni. Ya que el postea sobre Caparrós, yo hago lo mismo.

No, en realidad se lo había prometido al IPL hace mucho tiempo y nunca cumplí. Acá va una versión-recauchutaje que mezcla fragmentos del original de mi nota más la versión corregida más una edición y reocrte que le hago ahora más unas notas personales que había tomado. Un quilombo, bah. Salió en el número dos de Alt-P. Además, gracias al ejercicio del blog creo que a esta altura debo estar escribiendo un poco más suelto; no tendría que mostrar lo viejo.

Sale:


El interior de Caparrós


Por Mariano Cúparo
Fotos: Ezequiel Tacus

Mientras Caparrós prueba con la enésima llave para ver si finalmente encuentra el modo de abrir la puerta de calle –y me confiesa que aún no aprendió a manejarse en su nueva casa-, la Editorial Planeta está lanzando su libro “El Interior”, un conjunto de crónicas de viaje surgidas de un rodeo que el escritor, periodista e historiador hizo por el centro y norte del país.

Estas nuevas crónicas pueden ser tomadas como una suerte de continuidad de las publicadas en el libro “Larga distancia”, que reunía las crónicas escritas durante sus viajes por lugares del exterior, como Mato Grosso, Hong Kong y Moscú, entre otros.

-En Larga distancia dice que la primera tarde en un lugar desconocido es la más difícil de todas ¿Fue más fácil escribir crónicas de viaje de su propio país? ¿O más difícil?

-Por un lado es más fácil, porque el acceso a la información y a la gente es más sencillo que en Moscú, por ejemplo. Pero por otro lado es más difícil. Porque cuando llegás a un lugar del exterior, con una cultura tan distinta a la tuya, todo te llama la atención. Te parece que todo es interesante para escribir y publicar en un libro. Acá uno se encuentra con cosas a las que ya está acostumbrado. Es más difícil encontrar cosas que te sorprendan. Por eso yo digo que mi meta es llegar a escribir una crónica sobre la manzana en la que vivo. Eso sería lo más complicado. Digamos que la importancia de estas crónicas, en lo personal, o al menos la intención, es la de ir achicando el espacio de a poco. Primero el mundo, ahora el país…

-Es como desandar el camino que uno hace desde que nace. Volviendo al libro: ¿Qué provincias dejó afuera del recorrido? ¿Hay muchas diferencias con las crónicas que publicó en Clarín?

-Lo que publiqué en Clarín es una versión muy reducida. Son fragmentos. De la parte norte del país recorrí todas las provincias. Salvo San Luis. Porque cuando llegué con el auto leí un cartel publicitario que decía: “San Luis, otro país”. Así que, bueno, si se supone que el libro contiene crónicas del Interior…

-Toda una ironía, algo muy común en sus crónicas. Lo que también se puede leer en las nuevas es que utiliza mucho la poesía. Es algo bastante innovador dentro del periodismo.

-Si, es algo que nunca había intentado. Quiero encontrar nuevas formas de contar. Yo estoy siempre en esa búsqueda. Y sé que hasta ahora tengo una forma de escribir mis crónicas y ya me reconozco, pero quería romper con eso y probar con cosas nuevas. Una de esas cosas es probar con la poesía. Creo que también es un modo de justificar la publicación de un libro.

(…)

El exterior

Caparrós empezó por la fotografía. Me cuenta: “De chico quise dedicarme a eso. Entré en el diario Noticias para trabajar en el laboratorio como ayudante. Con el tiempo tal vez lograba sacar alguna que otra foto. Pero un día faltaban periodistas y me preguntaron si podía escribir un articulito. Y así empecé”.


Así empezó a los 16 años, en 1973. Después, en 1976, se exilió en Europa y se licenció en Historia, en La Sorbona. Más tarde volvió y trabajó en infinitos medios gráficos, radiales y televisivos, entre los que se destacan El Porteño y Página/30 de los cuales fue director. Y también escribió varios libros de crónicas, de historia, de ensayo y de ficción (Valfierno, la última, ganó el premio Planeta 2004).

Pero algo sucede con la biografía de este hombre que en el libro Amor y anarquía escribió: “¿Piensan los hombres en el dibujo de sus propias biografías cuando toman ciertas decisiones? ¿O sus vidas más que nada les suceden, se transforman en historia cuando ya son historia, cuando no hay mucho que se pueda cambiar salvo el relato?”

-¿Usted piensa en su biografía o simplemente le sucede?

-(Piensa durante unos segundos bastante largos) Resulta que yo soy especialmente consciente del relato que va formando mi vida. Pienso mucho en “hice esto, después me pasó aquello”. A veces en mi cabeza, voy escribiendo párrafos de mi biografía. Está claro que muchas veces uno tiene que decidir y no se puede poner a pensar. Pero es cierto que me pasa eso de ir armando mi vida como si fuera un relato que tengo que ir escribiendo.

Y más tarde sale de nuevo el tema de la fotografía; por primera vez en toda la charla, los ojos le brillan. “Sacar fotos me gusta mucho más que escribir”, me dice. “Y, sin embargo, sólo saco cuando viajo; para las crónicas. Es raro y no sé por qué será, pero en lo cotidiano jamás saco fotos, ni siquiera de las familiares”.

Ahora, dice, está feliz. Por primera vez van a colgar sus fotos es una muestra. Va a ser en Tucumán, durante la Bienal de Fotoperiodismo. La muestra, que va a recopilar las fotos sacadas durante las crónicas publicadas en “Larga distancia”, se va a llamar “El Exterior” y va a quedar inaugurada el jueves 24 de agosto.

El periodismo

(…)

A Caparrós le cuesta reconocer que su oficio es el de periodista (por momento se refiere en tercera persona a los que ejercen la profesión), pero a la larga lo admite. Y una vez que lo hace, se colocá en el lugar de crítico de la actualidad de los medios.

(...)

-¿Detesta mucho a las carreras de Periodismo?

-No es que las deteste, es que hoy la mayoría de las escuelas de Periodismo dan sólo dos o tres materias de ciencias sociales y en el resto enseñan todas cuestiones técnicas que para mí se aprenden en dos o tres meses de oficio.

-Lanata dice que para aprender periodismo no hay que estudiar la carrera ni leer los diarios, sino leer a (Antón) Chéjov.

-(Se ríe) Es un muy buen slogan. Yo creo que los periodistas para aprender a escribir, tienen que leer mucha literatura. Leer de todo. Y si yo fuese joven y quisiera ser periodista, cosa que no creo, estudiaría alguna ciencia social.

-¿De qué le sirvió estudiar Historia para ejercer el oficio de periodista?

- Me permitió ubicar a la realidad que vivimos en el marco de un proceso continuo. Pude entender que las cosas que uno cree que son naturales y para siempre, se terminan. El capitalismo, por ejemplo. Hoy uno puede creer que es para siempre, que responde a la naturaleza, y sin embargo ya hubo otros sistemas que parecía que eran la única posibilidad, y después cayeron.

-Tal vez le falta eso a los diarios, ¿no? Ubicar las noticias en un marco del proceso histórico. Ese pensamiento serviría para explicar el presente.

-Directamente creo que el error de lo que decís está en creer que los diarios tienen algún tipo de pensamiento. Yo tengo el vicio de leerlos, pero la verdad es que a veces me pregunto si realmente es necesario saber qué pasa con el conflicto entre la sociedad rural y el Gobierno. Los diarios se enfocan en la gente que supuestamente es relevante y si no sos rico y famoso, la única forma de que cuenten tu historia y aparezcas en un diario es si te matan a balazos.


(La foto que ilustra es de Caparrós y apareció en la muestra que hizo. Antes, hace mucho, fue publicada en Página/12. Se la pedí y me la pasó entusiasmado vía mail. Pero en la revista decidieron no publicarla)

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