¡Vieytes!

Hoy salí de la oficina como a las diez de la noche. Es bastante común que salga tan tarde. A veces salgo a las once. Y lo más tarde fue a las once y media. Más de eso nunca; me da vergüenza que se hagan las doce y seguir ahí solo.

Ni bien pise la calle me crucé con un perro suelto. Un perro muy lindo; de raza. Unos metros atrás venía su dueño, que era Diego Ramos, el actor. El que hizo de Salerno hijo en Ricos y Famosos.

Es loco cruzárselo a Salerno. Aunque Palermo Hollywood da para esas cosas. Para mí es como cruzarse con, que sé yo, Mel Gibson, o algo así. ¡Es Salerno!

Es más, como para dejar en claro el asunto, siempre que me cruzo con alguien conocido casi ni lo miro. Hago como con cualquier persona que te cruzás en una vereda. El típico movimiento social de levantar la cabeza, demostrarle al otro que lo registraste, bajarla y seguir caminando.

Cuando el otro es famoso demanda un esfuerzo, aunque sea mínimo, el no mirar durante un segundo o un segundo y medio más. Pero hay que resistir.

Esta vez no. Esta vez lo miré durante dos o tres segundos, hasta que terminé de pasarle por al lado. ¡Es Salerno!

Estaba un poco oscuro, además.

Lo que me sorprendió del asunto fue que el tipo venía hablando solo, con gesto compungido.

Está bien que es actor y en una de esas venía preparando un personaje. No hay que descartar eso. Pero igual me sorprendió.

Cuando ya terminábamos de cruzarnos, le pegó un grito ofuscado al perro, que se ve que ya se iba para el lado de la calle.

"¡Vieytes!", le dijo.

En la oficina, ya de noche, estuve escribiendo un newsletter que anuncia el lanzamiento del nuevo disco de un ugandés. A los últimos dos newsletters que escribí me los encontré más tarde dando vueltas por internet. Es re emocionante. Le pongo garra hasta a las gacetillas más oscuras.

Justamente, ya bien tarde, escribí una gacetilla sobre otro disco. Esta vez el de unos checos que hacen un funky que, ¡para mí!, se parece en algo a algunos temas de Living Colour.

Además agarré tres temas del disco (del de los checos) y los empecé a copiar en cds vírgenes. A cada cd le puse un sticker (como para que parezca posta) que precavidamente había mandado a hacer durante la semana a una imprenta de Palermo Soho (el diseño lo hizo una compañera). Por último, imprimí la lista de periodistas a los que se los tengo que mandar en un sobre junto con la gacetilla que redacté.

Cuando terminé apagué la estufa, las luces, cerré con llave y salí.

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