El otro día me despertó por teléfono Cucho Parisi, de Los Decadentes.
Me estaba quedando dormido, lo cual iba a generar una catástrofe, pero al final fue una locura. Sonó el teléfono, lo atendí desde ultratumba, dije un hola medio moribundo, y del otro lado me respondió la voz de Cucho. Yo lo había escuchado anteriormente en canciones como se viene el tutá tutá y vení Raquel.
No entendía nada.
Lo había llamado en la semana. Le había dejado mi número para que se comunique si podía. Pero me agarró de sorpresa.
Pocas veces me divertí tanto como en los dos recitales de Los Auténticos Decadentes a los que fui.
No se lo dije, claro.
El resto del día me la pasé contándole la anécdota a medio mundo. Haber viajado al lado de Alán Pauls (estoy leyendo El pasado y me está partiendo el bocho) en el subte, hace unas semanas, pasó a segundo plano.
Ya para la madrugada tenía, después de tanta práctica, aceitadísima la táctica efectista-narrativa y lograba provocar con eficacia la sonrisa de los que me escuchaban contarla.
En fin. Me despertó Cucho Parisi por teléfono. Y el cholulaje es una pata fundamental de este blog.
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