Hoy la vi a Hebe Uhart en la puerta de la Biblioteca Nacional. Estaba ahí parada esperando a alguien, con una carpeta en las manos y la vista un poco más allá.
Justo antes había viajado codo a codo en el 41 con el chabón de la publicidad de Fanta, ese que dice “el Colo mi hermana, mi hermana el Colo”, que ahora aparece en otra que ni a palos me puedo acordar pero creo que cuando la ves decís “ah, ese pibe nunca puede tener esa mina”.
No sé cuál de los dos encuentros fue más importante.
El de la publicidad se tiró de cabeza para ganarme un asiento que quedó vacío y hasta intentó clavarme el codo a la altura de los riñones. Y eso que yo ni siquiera quería sentarme; me faltaba poco para llegar a destino.
Y la Uhart se puso a hablar con un tipo que salía de la Biblioteca, justo cuando yo me acercaba con toda timidez (y el speech preparado, como todo aquel que alguna vez fue vendedor de celulares) a preguntarle por su taller de literatura.
Así que no sé.
Bueno, la Uhart hizo “Camilo Asciende”.
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